“...En Yokohama se vio
que ya no hay tiempo de más
La alegría es sólo brasilera” *
Adaptado de “Yo no quiero volverme tan loco”
Cortesía de Charly García
Es casi mediodía en la Florida y acaba de terminar mi
primer Mundial lejos de la tierra natal. Les confieso que hubiera querido
estar escribiendo sobre un tricampeonato y no sobre un pentacampeonato.
Que me gustaría estar hablando de Bati, del Cholo Simeone y de Bielsa en
lugar de Ronaldo, Rivaldo y Scolari. Pero que le vamos a hacer. El no
saber actuar frente a un gol en contra, el no atacar con inteligencia y
principalmente el no afinar la puntería, le pasaron factura a los
albicelestes (“no supimos meterla, que es diferente a decir que no quiso
entrar”, como definiera Batistuta con mucha autocrítica) y la ilusión
se fue. Y hoy el nuevo campeón es un viejo zorro en estas lides. Brasil
celebra su quinta corona y pasarán décadas para que alguien se le
acerque.
Los que me conocen saben que nunca he “torcido” por
los cariocas y que desde el punto de vista del hincha no puedo decir que
esté feliz. Mis preferencias en Sudamérica han sido, son y serán por
los gauchos. Y ahora no me voy a montar en el coche de la victoria. Pero
igualmente siempre he respetado y admirado profundamente a la nación
brasilera y a su cultura, dentro de la cual el fútbol ocupa un lugar
privilegiado. Y por esa tradición futbolera y su inagotable técnica y
jerarquía, se han ganado el cariño de muchos (como mis padres) y el
RESPETO de los demás, entre los que me cuento. Y me alegra saber que hay
seres cercanos que ahora están contentos.
Igualmente me parece que al final de un Mundial lleno
de sorpresas, mediocre y soso, al menos queda la tranquilidad de que al
último choque llegaron dos grandes y que de ellos ganó el mejor. No hay
duda. Un equipo que gana todos sus partidos en los 90 minutos, mas allá
de la cierta poca resistencia que le regalara el sorteo de primera fase y
el posterior desarrollo del torneo, es un legitimo campeón. Un campeón
que mostró su pasta al jugar contra Inglaterra, en ese momento el mejor
del torneo, y ganarle con categoría tras arrancar perdiendo. Luego una
semifinal dura contra los turcos y hoy, a pesar de la mayor posesión del
balón de los alemanes, Brasil fue quien tuvo las mejores ocasiones de gol
y ganó con toda justicia, enterrando los fantasmas del papelón del 98 en
Saint Denis.
El partido de hoy no quedará en la historia como una
de las mejores finales, ni nada por el estilo y en eso estuvo a la altura
del torneo. Se cumplieron las previsiones y fue un juego cerrado y con
pocos lujos. Un partido de esos en los que el primero que hiciera el gol
ganaba, típico de finales como se dice en el argot futbolero. Alemania
tuvo más el balón, pero fue inofensivo. Y su mejor baluarte, Oliver
Kahn, cometió su único error del campeonato en un momento inoportuno.
Brasil fiel a su nuevo estilo, fue práctico y aprovecho las oportunidades
y como siempre hizo valer las genialidades de sus artistas, como la de
Rivaldo en el segundo gol al dejar pasar la bola. Y sin duda Ronaldo
quedará como la figura del partido y del campeonato. Es un buen jugador,
a mi juicio extremadamente publicitado, que volvió en gran nivel y en
este Mundial mostró algo de clase. No fue un figurón como Maradona en el
86 o Rossi en e 82, para citar sólo dos ejemplos en mundiales recientes,
pero en medio de tanta orfandad sobresalió y tuvo su revancha. Claro que
también debemos prepararnos para ver comerciales de NIKE en cantidades
industriales en estos 4 años
El título si me alegra por Luiz Felipe Scolari, el
técnico brasilero. Tipo serio y trabajador, llegó a la dirección del
equipo en el peor momento de las desastrosas eliminatorias que hizo Brasil
y fue construyendo un grupo humano compacto, lo que en últimas es la base
de todo campeón. Bajo su mando Brasil jugó aplicado y definitivamente
dejó de lado el “jogo bonito” que algunos insisten en decir
que sigue practicando, confundiendo capacidad técnica individual con
fútbol espectáculo. Este equipo y su técnico (guardando las
proporciones) me recordaron a la Argentina de Bilardo en el 86, cuando
llegaron a México sin ningún favoritismo, con fuertes críticas al DT y
al final se llevaron la Copa.
Finalmente, debo decir que hay que reconocerle a Brasil
que es un equipo que definitivamente SABE GANAR, algo que no es fácil y
tiene su mérito. Algo que tienen otros equipos como el Real Madrid en el
fútbol europeo o los New York Yankees en el béisbol de Grandes Ligas.
Tiene jerarquía en finales. Y eso es algo de admirar. Además porque
quien les escribe siempre le hace fuerza a Argentina y al Barcelona. Y
hoy, en algo que se está empezando a tornar rutinario, nuevamente me
tocó ver una vuelta olímpica desde la orilla de enfrente. Charly no
tenía razón: Definitivamente la alegría es sólo brasilera.
Germán Ocampo
Fort Lauderdale, Junio 30 de 2.002 |