Colombia, finalista de la Copa América. Sucedió una noche, como dice el título de una película. Una gran emoción que, debo confesar, me sobrepasó. Creo que solo hasta 24 horas después del suceso, he logrado dimensionar el logro alcanzado. Increíble lo sucedido aquella noche del 10 de julio ante más de 70.000 almas, de nuevo con clara mayoría de compatriotas. El Bank of America Stadium de Charlotte, recordó al NRG de Houston o al Levi's Stadium de Santa Clara, yendo un poco más atrás al Mineirao de 2014 y siempre, al Metropolitano de Barranquilla. Pero lo de esa noche, si bien tiene muchos recuerdos similares en lo cromático y en el apoyo de la afición fuera de las fronteras, no tiene parangón en lo emocional. No parecía posible sostener un 1-0 entre tantas dificultades. Y se logró con mucha suficiencia y personalidad. Colombia por tercera vez en 108 años de historia del certamen y tras 79 años de su primera participación, está en la final. Esta generación logra
emular a la escuadra subcampeona del “Caimán” Sánchez en 1975 y al equipo campeón con Pacho Maturana en 2001. En la noche del 14 de julio (justo, 28 años después de la inolvidable sexta estrella) en Miami y con un estadio hasta las banderas, buscará la segunda corona frente al campeón de América y del mundo, que busca la 16. No será fácil, pero hay fútbol y coraje. Y eso sobró ayer.
Colombia tuvo un PT de dominio alterno, aunque arrancó mejor que La Celeste, anoche de blanco y que salió con un 3-4-3 muy bielsista. Pero poco a poco, los de Bielsa empezaron a mandar en el campo y Núñez, cuyo nombre en lo sucesivo quedará ligado a las lamentables grescas del final, tuvo su tradicional serie de oportunidades fallidas, dos de ellas muy claras. Y así con mejor juego celeste, pero con una Colombia muy corajuda, se llega al minuto 39, para ser testigos de las dos jugadas determinantes del partido. En el 39, tras nuevo centro quirúrgico de James, golazo de cabeza de Lerma para decretar el impensado único gol del partido, un cabezazo que vale una final. Uruguay sintió el golpe, pero en el minuto 46, en un partido que tuvo bastante pierna fuerte, como es apenas natural, viene el fatal error de Daniel Muñoz, el mejor lateral derecho en años de Colombia y quien era la figura de la cancha, ganándose una justa tarjeta roja. Fatal caer en esa trampa. Fatal también la perspectiva
de aguantar 45 minutos con 10, con un reemplazo muy lejos de su nivel, y además sabiendo que en caso de avanzar no podría estar en la gran final. Así termina el PT y se venía la noche, pensábamos muchos.
Pero no fue así, aunque se le pareció. Primero, porque si bien al inicio se pasaron las de San Quintín, con Arias como reemplazo de Muñoz, hay que reconocer que el marcador mostró gran solidaridad y solvencia en la labor defensiva, ayudado con el hecho de que Uruguay no siguió usando mucho esa banda. Segundo, porque llegó la lesión de Richard Ríos, pedazo de jugador, lo que hizo que se jugará con 9 por unos minutos, generando la furia de James, quien estuvo coqueteando con la roja. Tercero, vino el cambio del 10, el cual no se entendió en el instante, pero fue brillante de parte de Lorenzo. Cuarto, la apuesta claramente fue aguantar el 1-0, con Lucho Diaz de enorme despliegue, en la labor de generar juego y aliviar el bloque defensivo. Y quinto, también entró Mina para hacer defensa de 5, con 3 centrales. Con este decorado, fue increíble el despliegue del equipo en defensa, la solidaridad, el aguante, la hombría. En una palabra, la personalidad para defender muy bien el tanto de
ventaja. Admirable lo del DT Néstor Lorenzo, ya que a pesar del hombre de más y teniendo a Bielsa al frente, Uruguay no tuvo situaciones claras de gol, excepto un tiro en el palo de Suárez, quien había ingresado cuando El Loco quemó las naves en pos del empate. El ST recordó, guardando las proporciones, aquel juego de Real Madrid contra Manchester City el pasado mes de abril, cuando Ancelotti apostó a conservar la ventaja durante casi 120 minutos y se defendió muy bien, con personalidad y orden. Ayer, Colombia a ese orden, le agregó muchas de las características históricas del fútbol rioplatense en cuanto a la garra y al coraje. A Uruguay en ese ST, se le ganó “a la uruguaya” en cuanto al carácter, pero con mucho orden y sin recurrir a la quema de tiempo.
Los 7 minutos de alargue fueron interminables. Pero a pesar de que Uruguay tenía el balón, ello no se tradujo en opciones. Como dijo Bielsa en la rueda de prensa, Uruguay generó menos situaciones de las que debió haber generado. Colombia no se lo permitió. De hecho, las dos opciones más claras las tuvo Colombia, ambas en los pies de Mateus Uribe, quien dilapidó un par de goles cantados. Así se llegó a este soñado y sonado triunfo, con el que La Lorenzoneta redondea el récord de 28 partidos invictos, superando al de 1994 y se instala en la hora decisiva en Miami. Tras el cierre, quedó el recuerdo de la alegría de los jugadores en cada declaración. Las lágrimas contenidas de James, y el homenaje de Lucho a su ídolo fueron conmovedores. Señal de la fuerza anímica de este grupo, pues este logro nos llegó a todos. Hay para lograr más, hay equipo y, de la mano de este James renacido, aquel miércoles menos brillante pero igual de guerrero, se ha logrado llegar muy lejos. Este equipo ha
renovado las esperanzas futboleras del país tras el fiasco de no ir a Qatar. Los incidentes del final son otra historia, hechos aún no claros del todo, pero lamentables y graves en grado sumo. Ver a jugadores peleando con hinchas, no tiene presentación y genera rechazo.
Hoy llega la hora final. Duelo de herederos de Pekerman entre Lorenzo y Scaloni, dos tipos serios y cordiales. Colombia espera volver a ganarle a Argentina siendo campeón mundial vigente tras los triunfos de 1987 y 1989 de Maturana contra Bilardo. Al frente, La Scaloneta, rival complicado y más aún con sus actuales galardones y con solamente 2 partidos perdidos desde julio de 2021, pero que no tiene el nivel de 18 meses atrás en Qatar, equipo aquel que era invencible en una final por su estado de forma, futbolístico y anímico. Esta versión, aunque mejoró notablemente en la semifinal frente a Canadá, está lejos de aquel nivel y es vulnerable. Argentina tocó fondo contra Ecuador, y creo que la entrada de Di María en la semifinal fue positiva. De hecho la despedida hoy del “Fideo” es un aspecto clave, pues es un hombre determinante en finales. Veremos si es neutralizado. Aun la Albiceleste está debiendo su gran partido del torneo y espero que no sea hoy. Ha llegado a la final con
justicia y sin despeinarse, pero sin brillo, superando el lado amable del cuadro. Esta versión 2024, como lo hablaba con Sergio Levinsky, me recuerda lo sucedido en 1993 cuando a la Argentina de Basile tras una Copa brillante en 1991, le alcanzó con poco para retener el título en Ecuador de forma invicta. Luego vino la hecatombe del 5-0 en Eliminatorias. Como campeón vigente de América y del Mundo, la exigencia es alta y se esperaba más del equipo, no solo en esta Copa, si no en los compromisos futuros. El recambio tras los títulos, aún es incipiente. La sensación es que Argentina deberá volver a su nivel de 2022 para retener el título. Lo puede lograr, pero debe trabajar mucho ante una Colombia ilusionada y que ha mostrado ser el mejor equipo del torneo y ser, hasta ahora, el que merece la Copa.
Hoy es la prueba de fuego, la hora definitiva. El honor de enfrentar al mejor jugador del mundo y su corte. La Selección tiene con qué. Debe lograrlo ante más de 65,200 almas, una de ellas con lazos de sangre y otras dos con vínculos de familia, afortunados testigos de un partido histórico. Y en el campo, dos equipos de mis afectos, por motivos diferentes, por cuna y por admiración, como saben quienes me conocen. En fin, ojalá sea algo lindo, sin nada que lamentar y con un final feliz. Y que al libro, con una página escrita por 10 guerreros colombianos en Charlotte, se le sume otro párrafo.
De mi parte, lo seguiré con mucha pasión. Desde mi casa, pero con la cabeza en el Hard Rock. Tan lejos, tan cerca. Y con el recuerdo de la frase de U2 con aquel “...Miami, New Orleans, London, Belfast and Berlin”, la primera y la última, dos capitales futboleras hoy. Y que llegue la segunda Copa!
Germán E. Ocampo
Davie, FL, julio 14 de 2024 |