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Fútbol
We are Sudamerican Players
“...No atiendas el mensaje,
atiende los golpes...
...Flores y amores, asunto de niñas
Gritar y patear es aprovechar...”
Fragmentos de “We are sudamerican rockers” (Los Prisioneros)
Esto es América. Más exactamente Sudamérica, aunque en tierras australes a veces no parezca. El orden y la economía del Chile tras la dictadura son envidiables. No hay duda. Pero somos tan parecidos. Esta es la tierra de los vivos, de la picardía, de la entropía por naturaleza. Esa es nuestra cara oscura. Por todo lo anterior y por nuestra crónica falta de disciplina, tenemos los dirigentes que hemos tenido, por ello la CONMEBOL está en primera plana en el escándalo de la FIFA (y lo que falta por saberse!), por esto Grondona se llevó “tumba por cárcel” como dijo Iván Mejía. Así somos, desapegados a la norma y la Copa América no es la excepción. Por eso en 1959, hubo dos Copas en un mismo año o en 1987, Uruguay fue campeón jugando sólo dos partidos.
Pero también está la otra cara. Alimentada por una pasión sin límite. La de una tierra con talentos que brotan constantemente, aún en el Brasil estéril de estos tiempos, con nueve títulos del mundo en Mayores y once coronas en Sub-20, amén de 4 medallas de oro olímpicas en futbol. Y una materia prima excepcional. Así, excepto Cruyff, Zidane y Beckenbauer, los jugadores del selecto club de los mejores de la historia, han nacido en este lado del mundo. Y por esa cantera inagotable, disfrutamos en el pasado de Di Stefano, Pelé y Maradona. Y ahora tenemos el privilegio de ver jugar a Messi, que aún sin hacer goles es sensacional y diferente.
Tierra de contrastes y desigualdades, sin duda. Esa es Sudamérica, el corazón del fútbol como la llaman los chilenos ahora. Y esta Copa América ha sido muestra de ello. Hasta antes de semifinales, se hablaba más de temas como el Ferrari estrellado de Vidal y su incomprensible regreso sin sanción alguna, como si nada. O de las peleas de Neymar y de su sanción que pasó sucesivamente de dos fechas a una, para terminar en cuatro. O de su pelotazo a Armero y la caída del colombiano fulminado como si le hubiese impactado un rocket encima. O del grosero tacto rectal del chileno Jara, sin duda lo que más recordaremos de Cavani en este Copa, amén del problema familiar que tuvo. O de la amenaza del excapitán charrúa Lugano, como si nada. En fin, se hablaba más de todo ello. Y poco de fútbol. Y es posible, que todo hubiera quedado corto frente a lo que hubiera sido otro Colombia – Brasil en semifinales, seguramente una carnicería. Pero es América, como dijera el juez mexicano que pitó Argentina
vs Colombia.
Fueron unos cuartos de final de mucho ritmo, para machos. Pasó de todo. A Uruguay (no sólo a Cavani) le metieron la mano, con ayuda propia también, pues es un equipo en declive desde 2011. Bolivia nunca supo que había pasado de fase y la sacó barata ante Perú, en un gran partido de los incas. Colombia en el peor partido visto con Pekerman en el banco sacó un cero milagroso y llegó a unos penales que ocultaron un lamentable juego, sin medio, ni llegadas (Bueno, una en 90 minutos) y eso sí, con mucha leña, como dijera Alfredo Relaño en AS. Y Brasil, para cerrar el bloque de eliminados, siguió mostrando con Dunga, que no termina la larga noche en la que está sumido desde aquel 7-1 del Mineirao y terminó jugando a esperar los penales, donde volvieron a quedar eliminados frente a Paraguay como en 2011. De los clasificados, todos con DT gaucho y de sus muy buenos espectáculos en las semifinales, me referiré en otra ocasión.
A pesar de las semifinales, el daño está hecho. La Copa, para muchos, dejará el recuerdo de los escándalos, los dedos y las peleas, de un continente que a pesar de su inagotable talento, sigue aferrado a jugar con el cuchillo entre los dientes, con la picardía a flor de piel. “Se juega como se vive”, dijo alguna vez Pacho Maturana. Y pesar de darle sabor y picante a las grandes ligas europeas, ésta sigue siendo la tierra de los “sudamerican players”. Para bien y para mal. No olvidemos que finalmente, Argentina y Chile dentro de 5 días jugarán la final en un estadio que alguna vez fue sitio de detenciones y torturas. No pasó nada. Es América. La del Sur.