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		“..Con los párpados pegados 
		por un sueño postergado, 
		nos cansamos de luchar. 
		Demasiada camiseta 
		y cada vez menos gambeta 
		La sonrisa cuesta más  
		De que país estoy hablando..” 
		 
		Andrés Calamaro – “Clonazepan y Circo”  
		Julio 3 de 1.990. Estadio “San Paolo” de Nápoles. 
		La Argentina, de manera heroica, en un partido donde mostró todo el 
		temple del entonces campeón reinante, elimina por pénales a Italia en su 
		propio Mundial y se clasifica a la final de Roma contra Alemania. En el 
		campo está Diego Maradona, disminuido físicamente, pero anotando el 
		cuarto penal de la serie y erigido de nuevo en el conductor de un grupo, 
		muy limitado, pero que supo llegar mucho más lejos de lo que sus 
		posibilidades futbolísticas lo permitían. 
		 
		Julio 3 de 2.010. Estadio “Green Point” de Ciudad del Cabo. “20 años no 
		es nada…” como dijo Gardel. La Argentina despierta del sueño de intentar 
		dejar atrás 20 años sin llegar a semifinales y se despide de la Copa del 
		Mundo con un lapidario 0 – 4 contra una Alemania implacable. A un lado 
		del campo está de nuevo Diego Maradona, pero ahora con unos kilos de 
		más, envuelto en un traje y como DT de un grupo (no lo llamemos equipo, 
		porque nunca hubo) que llegó mucho menos lejos de lo que sus 
		posibilidades futbolísticas lo permitían. 
		 
		Han pasado 20 años y la sensación de estancamiento y más aun, de 
		retroceso, es inevitable, pues ya van 5 mundiales sin estar entre los 4 
		mejores. Retomo unas palabras de la revista El Gráfico: “El dolor de ya 
		no ser. Es duro aceptarlo. Van 2 copas del Mundo seguidas sin estar 
		entre los mejores. Duele, claro que sí, porque no estamos tan lejos, 
		pero quedamos lejos” Son palabras de 1.998, cuando Holanda con un golazo 
		de Bergkamp dejó afuera a Argentina en cuartos de final en Marsella, 
		tras un abrumador dominio naranja. Pero son palabras muy actuales y 
		preocupantemente recurrentes cada 4 años. Como las de Calamaro. 
		 
		Lo peor y lo más triste, es que estos 20 años no han sido precisamente 
		estériles en materia de jugadores para los albicelestes. Han pasado al 
		menos 2 generaciones que si bien, no han sido superlativas, si han 
		tenido grandes jugadores. Primero llegó la de Batistuta y Simeone que se 
		fue en blanco en 3 mundiales, aunque dejó 2 Copas América en las 
		vitrinas de la AFA. Tras ellos tomaron la posta Ayala, Verón y Crespo, 
		herencia de los procesos de Passarella y Bielsa, generación que si se 
		fue totalmente con las manos vacías en títulos y con la espina del 
		fracaso de 2.002, la desilusión de 2.006 y las 2 Copas América que se 
		quedaron en las puertas de la gloria, trofeos alcanzados por el Scratch 
		(uno, el de 2007 particularmente doloroso, sin olvidar que en este mismo 
		período Brasil ha sido 2 veces campeón del mundo, 4 de América y 3 de la 
		Confederaciones, nada más…) Aparte de este desierto en mayores, duele 
		saber que en materia de juveniles, desde 1.994 gracias al serio trabajo 
		de José Pekerman primero, Argentina se ha vuelta gran potencia mundial 
		con 5 conquistas entre 1.995 y 2.007, además de 2 medallas de oro 
		olímpicas en 2.004 y 2.008, saldando esa vieja deuda del fútbol 
		argentino. Entonces el problema no ha sido, ni será materia prima.  
		 
		Después del cierre del ciclo de Bilardo con 2 finales del mundo 
		consecutivas, se han ensayado todos los estilos de conducción y excepto 
		Carlos Bianchi, las mejores ofertas disponibles se han sentado en el 
		banquillo albiceleste. Así se arrancó con Basile y una propuesta 
		ofensiva, con un inicio fantástico con 2 Copas América para concluir en 
		el 5-0 y luego la eliminación en USA 94. Después vino Passarella y la 
		organización estricta, ciclo que dejó semilla y concluyó en Francia 98. 
		Luego, el mejor DT posible como fue Marcelo Bielsa y sus 6 años 
		vertiginosos, con un equipo que deslumbró en Sudamérica, pero decepcionó 
		en Japón, quedando al final el consuelo del oro de Atenas 2004. Llegó 
		Pekerman y la ilusión de Alemania 2006, con un equipo lleno de sus 
		ex-juveniles, que realmente llegó a jugar muy bien, pero que le faltó 
		audacia. Regresa Basile y casi logra la tercera Copa América, lo que 
		hubiera terminado con el ayuno de títulos desde 1.993, pero se volvió 
		atravesar Brasil. El grupo nunca se conectó con el DT y el ciclo 
		finalizó en 2.008 en el mismo sitio de su mayor gloria en 1.991: el 
		Estadio Nacional de Santiago. Curiosamente el verdugo respondía al 
		nombre de Marcelo Bielsa. 
		 
		Solo faltaba un último ensayo, audaz y muy arriesgado de parte de 
		Grondona, y el cual al parecer no ha concluido: entregarle la tarea nada 
		fácil de llegar a Sudáfrica, unir el grupo y lograr luego la tercera 
		corona a un mito viviente, a alguien sin experiencia contundente como 
		DT, pero que le llegara a estos muchachos con la mística del cada vez 
		más lejano México 86. Y llega Diego Maradona, “La Biblia junto al 
		calefón” como dice Calamaro. Y Maradona accede a exponer el mito con las 
		consecuencias que se podían prever. Se consigue el objetivo de 
		clasificar, con grandes sustos, casi rayando el repechaje, con un gol 
		milagroso de Palermo ante Perú y luego un triunfo sufrido en el mítico 
		Centenario. El equipo no juega a nada, pero así llega a Sudáfrica. 
		 
		La fase previa al mundial muestra a un DT menos explosivo verbalmente, 
		que optó por fortalecer y unir anímicamente al grupo, objetivo cumplido, 
		más que trabajarlo tácticamente. Y empieza a generarse un fervor que 
		sólo se apagó tras el segundo gol alemán en Julio 3. El equipo sueña con 
		borrar 24 años sin títulos y salen a relucir las coincidencias con el 86 
		(Que el azul del uniforme, que Argentina vuelve a ganar el Oscar, que 
		Italia es el campeón actual como en aquel entonces, etc...) pero sólo 
		con eso no se gana…y el trabajo táctico donde estuvo? Ahí que debería 
		haber existido una coincidencia vital, no la hubo. Una cosa es Bilardo y 
		otra Maradona. Y ya en la elección de los 23 se vio un problema, no 
		tanto con los nombres, pues excepto Zanetti y Cambiasso, estuvieron 
		todos los que eran, sino en el diseño defensivo pues no había laterales 
		y ensayar con 4 centrales fue muy arriesgado. El haber llevado a un 
		jugador limitadísimo como Otamendi y dejar a Zanetti viendo al mundial 
		por TV fue un error que se pagó caro con 4 puñaladas alemanas, como bien 
		las definiera Ramiro Bejarano. 
		 
		Y entonces llegaron los triunfos iniciales en una primera fase cómoda 
		con la alegría de volver a Maradona en un Mundial, pero ahora de traje y 
		justo volviendo contra la misma Nigeria 16 años después de haber salido 
		para un control anti-doping del que no regresó. Estos triunfos y el 
		claro poder de ataque del equipo unieron al grupo, cierto, pero taparon 
		problemas defensivos y mostraron la falta de ideas del mediocampo. 
		Incluso Arrigo Sacchi se animó a decir que Maradona era un 
		revolucionario porque jugaba con un 4-1-5. Y así se seguía, ahora con 
		México y Alemania en la ruta como en 2.006 y aunque se eliminó a los 
		aztecas con justicia, más allá de los errores groseros del juez de línea 
		en el primer gol y del defensa mexicano en el segundo, el choque con 
		Alemania hace volver a todos a la dura realidad: A los 3 minutos ya se 
		tiene un gol en contra y se pudo ver la incapacidad de generar un cambio 
		o construir un plan B. Fue increíble saber que el juego se acabó 
		faltando 20 minutos, ver a una selección Argentina con los brazos caídos 
		y confirmar que Messi aún no es Maradona (y que nunca lo será), pues eso 
		de echarse un equipo al hombro en los momentos difíciles, no va con él, 
		por ahora. Afortunadamente tiene al menos 2 mundiales por delante y este 
		juego siempre da revancha. Y se confirmó que es imposible ganar sólo con 
		gritos de aliento, palmadas a los jugadores y apelando a la mística y 
		las coincidencias del 86. 
		 
		Entonces el tercer objetivo no se cumplió, pero todo apunta a que el 
		ciclo Maradona seguirá hasta la Copa América 2.011, a realizarse justo 
		en la Argentina. Buena oportunidad para cortar el ayuno de gloria, pero 
		la AFA tendrá que decidir si seguir apostando a este proceso, para lo 
		cual se requiere capacitación urgente y “más táctica y menos mística”. 
		Si es así, se seguirá jugando a alimentar el mito de un hombre de tantas 
		muertes y tantas resurrecciones, que ha estado en los abismos más 
		grandes, pero que afortunadamente siempre ha vuelto, pero actualmente 
		aún sin el bagaje suficiente para cumplir la misión. O la otra opción, 
		es apostar por otro proceso, pero desde ya. Porque la Argentina 
		futbolera no se merece otros 4 años sin llegar a la elite y más sabiendo 
		que tiene futbolistas que se cansan de ganar títulos en toda Europa. 
		Grondona tiene la palabra, pues no olvidemos que los 3 anteriores DT, 
		todos renunciaron. A lo mejor por ahí va la cosa. “La selección 
		renacerá” dijo El Gráfico tras la salida de USA´94. Van 16 años y no ha 
		renacido. Ni ha definido un estilo, un sello. Y duele porque Argentina 
		no está tan lejos, pero queda lejos. Tristemente hay demasiada camiseta 
		y cada vez menos gambeta. 
		 
		Germán E. Ocampo 
		Cali, Julio 9 de 2.010  |